El agua va limpiando lo que queda. Ella sabe cómo transformar ese dolor ancestral en sabiduría. Y como sabe que nada se queda, la agita, la lame, la renueva.
Ahora, la piedra exhibe sus nuevos contornos, más suaves, más redondos. Y al sentirse renovada se vuelve parte de su entorno.
Ya no se sabe dónde empieza el agua, dónde acaba la piedra…
Bello verso, bella foto, gracias por el momento!!!